martes, 11 de mayo de 2010

Maldigo, que todo dentro de los siete vértices escuche mi maldición. Muerte es lo que deseo, sediento de sangre y hambriento de llantos. Por sobre todos caminare dando a la luna un espectáculo como el que no ha visto en siglos, ella es sádica, y con una roja sonrisa me alentara para luego dejarme descansar en su cuna con un puñal en la mano. Los arboles gritaran de dolor, intentando correr desesperados, el sol se apagara para evitar la presencia de semejante masacre, los animales, ya acostumbrados, lucharan inútilmente, y los estúpidos, suplicaran patéticos. Nadie me detendrá, pues es mi deber y mi trabajo que con gran vocación cumpliré. Solo por gusto, la esperanza sera lo ultimo que destruiré, ya que sin ella los gritos de dolor son mas suaves.
Es hora de limpiar el lente de los altos, quitar las aberraciones apreciables, aquellas que creen poder leer la mente de lo que esta por sobre su capacidad. Monocromático es mi ser y alado mi espíritu. Maldito estoy, malditos estáis ¿se atreven a saltar? si caéis mas allá de los limites se salvaran, pero nunca tocaran suelo.
Estúpida es vuestra existencia y desgraciada la mía. Inservible y cruel la apuesta de la vida, proyecto que daré fin de la manera mas divertida, como haría cualquiera en mi lugar.