domingo, 14 de febrero de 2010


No quiero decirlo y tú no quieres escucharlo, pero como resistirme al ver esos ojos clavados en los míos pidiendo a gritos que me valla, pero suplicando que me quede y continúe acariciando tu generoso cuerpo. Tus labios tienen un amargo dulzor que me encanta y enloquece. Al respirar siento ese aroma que desde el principio me ha incitado a jugar con tu cuello al vampiro, para luego llegar a tus confortables senos, en donde me detengo para escuchar, oír la placentera música de tu excitado corazón que golpea fuertemente contra tu pecho, intentando escapar de su prisión para juntarse con el mío. Entonces alzo la vista para ver tus titilantes ojos, tu pelo, suelto y desordenado, tu maravillosa desnudez, tu agitado aliento, todo aquello que te hace ver muy sensual, todo me hace desearte más que cualquier otra cosa en el mundo, tal como la primera vez que pasamos por esto, y la segunda, y la tercera, y todas las ocasiones pasadas en que nos prometimos falsamente no volver a hacerlo jamás, pero aquí estamos, una vez más, llevados por fuerzas mas allá de lo que podemos soportar, porque tú eres para mí y yo para ti, nuestros cuerpos fueron hechos para besarse y nuestras almas para unirse. Si estás aquí es porque no has encontrado a nadie que te haga sentir lo que yo, lo mismo que me hace recibirte y buscarte miles de veces. Sé que esto no te gusta, pero no puedo seguir callando, además, tú deseas impacientemente a que te lo diga, y es que… te amo.

Wolfgang Matheus

jueves, 11 de febrero de 2010

Pecado


He pecado padre, he pecado y vengo a pedir misericordia, sé que no pertenezco a la iglesia, pero creo en un dios parecido y admiro profundamente a Jesús, quien supo amar como nadie más lo ha hecho. No lo conozco y no tengo como saber si es un buen hombre, pero aun así confío en usted para confesar mi falta, pues no tengo a nadie más, estoy solo en el rincón más oscuro de mi vida, y aunque mil personas me hablaran no sería capaz de escuchar a ninguna, puesto que mi mente se ha cerrado, creo que es el precio justo que debo pagar. Pero no toda la culpa es mía, es que simplemente no puedo resistir, la tentación fue demasiado para mi, y es que es tan atractivo, estoy seguro que si tuviera oportunidad lo volvería a hacer, el placer que me produce hace que olvide cada uno de mis principios y valores para convertirme en una bestia que espera impaciente llegar al éxtasis de sus sentidos para luego caer preso del arrepentimiento y la culpa. Solo quisiera que hubiera algún método o alguna receta para dejar mi adicción, no, me agradaría mas encontrar alguna manera de que mi droga dejara de ser algo malo, algo… despreciable, pero no, por más que lo intento no puedo dejar de sentir que hago mal, que hago daño, me hago daño. Por favor dígame padre ¿cree que en el frio corazón de piedra de esta iglesia halla perdón para mí?

Wolfgang Matheus

viernes, 5 de febrero de 2010

Palabras superfluas

Es difícil expresarse cuando el corazón grita y llora, complicado escribir cuando mis manos sucumben ante tal sentimiento y doloroso ver tus labios en el papel sin poder besarlos, los mismos que cuando me besan me hacen sentir tanto la armonía del cielo como el calor del infierno.

Eres lo mejor de mí y lo más hermoso, los pétalos de la rosa, la luz de la luna y la alegría… en mi vida. Para mi eres perfecta, un deleite para mis sentidos y una extensión de vida.

Nunca me cansare de usar estas palabras, pues, aunque tus pies ya descansan junto a los míos, aun queda mucho camino, quiero conocer tu corazón, ser capaz de armarlo y desarmarlo a voluntad, limpiar las impurezas e iluminar donde hace tanto ha estado oscuro.

Te amo, lo demás son solo símbolos vacios que solo los besos saben llenar.

Wolfgang Matheus