lunes, 28 de diciembre de 2009

Solo los dos

Estábamos solos en mi departamento, contemplándonos, desnudos, uno frente al otro, disfrutaba de su hermoso cuerpo, su sensual figura, sus intensos ojos y su fino cabello, todo en ella me gustaba. Así estuvimos mucho tiempo y luego nos unimos con un beso que significaría la eterna aleación de nuestras almas. Tiempo después de terminado nuestro ritual de amor nos encontrábamos acostados en mi cama, nuestra cama, hablando de nuestras experiencias de la semana, acabando en un gran y placentero silencio.

Me levante para ir al baño, pero antes de abrir la puerta, la miré, y fue horrible lo que vi, nunca lo olvidaré, su cuerpo se veía “desplomado” sobre la cama, su mirada, fija en un punto, parecía sin vida, y su rojiza cabellera parecía sangre brotando de su delicada cabeza, sentí un gran escalofrió en ese momento. Ella se dio cuenta de mi conmoción y levantándose me pregunto qué me pasaba, yo me acerque, la bese en la frente, y le dije en voz baja y calmada “nada”. Cuando volví del baño me sorprendí al verla vistiéndose y me dijo que iría a la azotea, así que me abrigué y fuimos juntos. Hacía mucho frio y el viento soplaba con fuerza, de la nada comenzamos a jugar, correr sobre la cúspide del edificio, hasta que nos cansamos y pusimos a admirar en silencio la magnífica vista de la ciudad.

Nos quedamos así un buen tiempo, hasta que ella se dio vuelta y me abrazo por la espalda, me dijo algo, pero un trueno no me dejo escucharlo, luego repentinamente empezó a llover, ella se separo de mí, y sin mirarme, corrió hacia un agujero en la rejilla de seguridad saltando al vacio. Debo haber estado media hora inmóvil, petrificado, intentando comprender lo que había ocurrido, hasta que dado el momento, alcé un amargo grito y llevándome las manos a la cabeza me deje caer en el piso.

Mi cerebro estaba colapsado, no podía creer lo que acababa de suceder, ¿por qué lo haría?, no tenía motivo, como sería capaz de hacerme esto, y lo que más me intrigaba, ¿Cuáles fueron esas últimas palabras que me dirigió?, además del profundo dolor que sentía.

No me explico por qué, pero sentí que “tenía” que ir a la casa de mis padres, donde había pasado toda mi infancia, así que rápidamente fui hasta mi auto y me puse en dirección a ella. Tan solo una hora más tarde llegué, la casa estaba silenciosa y oscura, se veía totalmente deshabitada, pero después de unos minutos de llamar frenéticamente salió a recibirme mi padre. Ya dentro, les explique lo ocurrido y les pedí ayuda, pero ellos reaccionaron de una manera inesperada, ellos estallaron en risa, comenzaron a burlarse y a insultar a mi amante. Esto para mí fue inaceptable y furioso me retiré golpeando todo lo que se me cruzara.

Iba manejando de vuelta a mi departamento, con una maldita mezcla de irritación y tristeza, cuando algo se atraviesa en mi camino, cuando bajo del vehículo veo que es un niño, ¡oh dios por qué un niño!. Estaba acostado en el pavimento, con su pequeña cabeza aplastada, reventada por los ruedas del auto que yo conducía, su cara estaba desfigurada, sus ojos desorbitados, la sangre salía de cada orificio para aportar al creciente charco en el que se veía sumergido. Subí al auto y me dispuse a terminar mi viaje, entré a mi departamento y me acosté en “nuestra” cama.

ya anochecía y aun no podía creer lo que había vivido hoy, no podía dejar de pensar en ella, la veía y escuchaba en todas partes, todos los recuerdos, todas las alegrías, todo el amor, todos esto, me vuelve loco.

Ahora casi exactamente un día después de que ella saltó, lo he decidido hacer yo también. Antes de correr hacia la muerte, escucho una vez más su voz diciendo “te amo”, repentinamente comienza a llover, entonces corro y salto, pero antes de llegar al suelo siento que toman mi mano, miro al lado y esta ella, conmigo en el aire, con una generosa sonrisa y lagrimas en sus ojos.

Wolfgang Matheus

viernes, 25 de diciembre de 2009

realidad

Abro los ojos y veo el cielo, las nubes se mueven rápido, cambiando su forma, uniéndose algunas separándose otras, es muy hermoso y me dará algo en que distráeme por unas horas. Después de unos minutos las nubes quedan en segundo plano dando lugar a pensamientos elaborados y sueños sin sentido. Ya pasando algún tiempo me pongo de pie y me acerco al acantilado a ver el sol, se acerca el ocaso, es una vista hermosa, para que describirla si se ha hecho tantas veces, solo quien lo haya visto sabe lo hermoso que es. Tengo sueño y mi casa está muy lejos, miro hacia abajo y veo las rocas, esas rocas gigantescas que soportan fuertemente el reiterado azote del mar, desde aquí se ven pequeñas, aunque confortables, me parecen un buen lugar para dormir. Pero me abstendré de dormir entre las rocas para poder hacerlo en un lugar aun más frio e incomodo, lejos de algún otro ser viviente que me proporcione el calor que necesito, mi cama.

Wolfgang Matheus

jueves, 24 de diciembre de 2009

Él: ¿qué piensas?

Ella: nada

Él: ¿cómo que nada?

Ella: nada

Él: nadie viene al borde de las rocas, solo y sin ningún tipo de distracción sin tener que pensar algo

Ella: ¿Si?... ¿y qué vienes a pensar tu?

Él: lo que sea

Ella: o en otras palabras “nada”

Él: creo que sí... ¿ya te vas? ¿Por qué?

Ella: porque debo hacerlo

Él: no espera al menos dime cómo te llamas

Ella: aun no lo sé, no me lo has dicho

Wolfgang Matheus

comienzo

todo lo que comienza necesariamente debe terminar,
hoy este espacio nace pero en algún momento deberá morir,
solo espero que esto no ocurra prematuramente,
ya que debo comenzar a buscar mis propios incentivos para este tipo de cosas.